Reseña: Shigatsu wa Kimi no uso

               “La música empieza donde se acaba el lenguaje” – E.T.A Hoffman

Shigatsu wa Kimi no uso nos trae una historia de amores no correspondidos,  traumas del pasado, superación personal,  y mucha, mucha música.

Dicen que la música comunica mejor que las palabras todos aquellos sentimientos que yacen dentro de ti, y Shigatsu hace uso de ambas para llegar a una conexión emocional con el espectador, lo que divide a los que lo hayan visto en uno de los dos bandos, aquellos que amaron  todo el sentimiento que transmite, y otros que aborrecieron el exceso de melodrama de algunas escenas.

La animación es colorida y bastante fluida, con unos escenarios esplendidos y un diseño de personajes muy bien hecho. El equipo de A-1 Pictures (dirigido por Kyohei Ishiguro)  hizo un gran trabajo dándole vida a esta historia donde las presentaciones musicales están a la orden del día.

La banda sonora fue creada por Masaru Yokoyama, quien compuso más de 40 canciones en donde varían los tonos tristes, felices y relajantes para suplir con la canción adecuada cada momento de la serie, otorgándonos una banda sonora de lo más variada y emotiva. Al ser un anime sobre músicos, no pueden faltar las canciones que son tocadas por los personajes, que en esta ocasión son piezas famosas entre la música clásica. Y aunque en los tiempos modernos sea algo inusual escuchar este tipo de música, cualquier persona (independientemente de sus gustos) puede disfrutar de esos momentos en los que “dejan que la música se comunique por ellos”.

Las aperturas y cierres (openings y endings) de un anime juegan un papel importante en la trascendencia del mismo, sería muy extraño recordar un anime que te haya gustado y no recordar su apertura, es algo que identifica la serie. Shigatsu tiene como primera apertura Hikaru Nara de Goose House, que representa totalmente la serie, y una segunda apertura llamada Nanairo Symphon y que a pesar de haberse quedado en la sombra de lo que fue el primero sigue siendo una buena canción de Coala Mode.

Sobre su argumento, la historia base no es algo demasiado innovador, rosando lo genérico al tener un protagonista con traumas del pasado pero que es muy amable, una amiga de la infancia que siempre ha estado enamorada del protagonista aunque sus sentimientos no se ven correspondidos, un amigo incondicional al que idolatra un poco, y una chica que hará cambiar su forma de ver el mundo y le dará color a sus días, todo es bastante común para un shonen de romance pero, ¿Qué hace a Shigatsu wa Kimi no Uso diferente a otros del mismo género? La forma en la que es contada la historia.  La historia es como un juguete, como juegues con él depende de ti, y muchas personas pueden jugar con el de la misma manera, pero también puedes jugar de una manera distinta a todos los demás y será como si tuvieras un juguete distinto. En este caso, este anime hace uso de la música para contar la historia, todos los problemas serán a causa de la música, y todos se resolverán por ella misma.

 

Los personajes tienen conflictos con ellos mismos y será en el escenario donde desgarrarán su alma al público, crecerán durante la canción y saldrán tras haber descargado todo lo que sentían. Sin embargo, algunas escenas tienen monólogos demasiado largos mientras tocan música, quitándonos la posibilidad de interpretar como se sienten por medio de la música  y “sobrecargar” la historia con monólogos, se volvió muy melodramático y lacrimógeno, cosa que gusta o repele. Shigatsu no es una historia perfecta, y tampoco algo que innove, pero su forma de contarla sin duda crea empatía con el espectador.

Con todo lo dicho podemos decir que Shigatsu wa Kimi no Uso es un buen anime, que no llega a ser un obra maestra  y no aporta algo particularmente nuevo a lo que hayamos visto, pero es muy disfrutable y seguramente recordable como uno de los mejores de su época. Teniendo una banda sonora que cualquiera quisiera tener en disco y una animación que ínsita a verla, es un anime al que todo el mundo, sea o no amante del anime, puede llegar a gustarle; y por tanto, merece la pena ser visto.